Bartolomé de las Casas y el paradigma biopolítica de la modernidad colonial
Analiza la emergencia del pensamiento biopolítico colonial en una serie de proyectos de Bartolomé de las Casas desarrollados entre 1515 y 1521 a propósito de la despoblación de La Española y demás Antillas Mayores (1503-1516), de los intentos legales de morigerar la explotación laboral (1511-1514), de la reforma cisneriana de gobierno de las Indias, su fracaso y su debate (1516-1518) y del proyecto carolino para la colonización de la costa norte de Tierra Firme (1518-1521). Lo que ha sido visto tradicionalmente como un momento utópico y humanitarista del pensamiento de Las Casas, corresponde, según los autores, a la emergencia de una moderna preocupación por la vida de la población como problema de la economía política, objeto de cálculos y de intervenciones de gobierno.
El modelo extractivo de la minería y el sistema del trabajo en encomienda durante las primeras tres décadas de la colonización de las Indias produjo una crisis demográfica en las Antillas Mayores y amenazó la existencia del reino ultramarino. Las Casas propuso varios planes de reforma consistentes en alternativas a los procesos de instrumentalización y agotamiento de la vida. El clérigo imaginaba que un buen gobierno reemplazaría el desgobierno de las Indias; que el rey y sus agentes coloniales se encargarían de la recuperación y repoblación indígena, y el fomento de la producción; y que el crecimiento de gente y frutos redundaría en muchas y “perpetuas rentas”.
Las Casas llegó a proponer un sistema de encomiendas sin encomenderos dirigidas por oficiales reales, hospitales de indios, campos de refugiados, políticas de protección de la niñez y fomento del mestizaje, diversificación agrícola de la economía, y hasta un plan de colonización dirigido por él mismo en el que trasplantaría al Nuevo Mundo labriegos españoles que vivirían en paz y comercio con los indios. Entre 1515 y 1521, Las Casas imaginó un colonialismo biopolítico, que explotaría “humanitariamente” la vida indígena, atendiendo a su conservación y reproducción; un colonialismo que llenaría de gente la tierra, de riquezas las arcas del rey y de almas la cristiandad.
Al tratar de negociar la salvación y el cultivo de la vida de la población con los cometidos de la expansión y la explotación, el pensamiento biopolítico encontró sus propios límites. Este libro trata de ese heterogéneo proyecto biopolítico, de sus profundas contradicciones y de su rotundo fracaso.