Betty
«Una niña se hace mujer a punta de cuchillo. Debe aprender a soportar su filo. A estar guapa. A tener buenas rodillas para fregar. Así hasta el infinito. ¿Y qué es el infinito sino un espacio de cielo fucsia?»
Soy Betty Carpenter, nací en una bañera en 1954 y crecí en el pueblo de Breathed, Ohio. De mis ocho hermanos fui la única que heredé la piel oscura de mi papá Landon, que era cheroqui. De niña creía que ser cheroqui significaba estar atado a la luna. También quería ser una princesa con un vestido hecho de carcasas de cigarra y alas de violetas. ¿Tú te has visto en el espejo?, me decía mi mamá Alka, que arrastraba tantas piedras del pasado como las que tenía mi hermanito Lint en la cabeza. Yo ofrendaba flores de cerezo y medias de nailon de mamá al río para quitarme el moreno, pero no funcionaba. Tampoco le funcionaba el río a mi hermana Flossie, que le mandaba cartas a Elvis en botellas que nunca recibían respuesta. Flossie nació para ser una estrella. Mi dulce hermana mayor Fraya, en cambio, lo hizo para cargar con las piedras malditas de las mujeres de la familia. Y yo nací, según papá, para ser la calabaza, la protectora de mis hermanas. Ese es tu cometido, Pequeña India. Él, con su magia ancestral y su infinita ternura, me enseñó que era poderosa.