Ch'ixinakax Utxiwa. Una reflexión sobre prácticas y discursos descolonizadores
Hay en el colonialismo una función muy peculiar para las palabras: las palabras no designan, sino encubren. Y esto es particularmente evidente en la fase republicana, cuando se tuvieron que adoptar ideologías igualitarias y al mismo tiempo escamotear los derechos ciudadanos a una mayoría de la población. No se habla de racismo, y sin embargo en tiempos muy recientes hecmos atestiguado estallidos racistas colectivos, que a primera vista resultan inexplicables. Creemos que ahí se desnudan las formas escondidas, soterradas, de los conflictos culturales que acarreamos, y que no podemos racionalizar. Incluso, no podemos conversar sobre ellos. Nos cuesta hablar, conectar nuestro lenguaje público con el lenguaje privado. Nos cuesta decir lo que pensamos y hacernos conscientes de este trasfondo pulsional de conflictos y vergüenzas inconscientes. Esto nos ha creado modos retóricos de comunicarnos, dobles sentidos, sentidos tácitos, convenciones del habla que esconden una serie de sobreentendidos y que orientan las prácticas, pero que a la vez divorcian a la acción de la palabra pública.
Desde nuestra perspectiva, podemos encontrar en las imágenes interpretaciones y narrativas sociales, que desde siglos precoloniales iluminen este trasfondo social y nos ofrezcan perspectivas de comprensión crítica de la realidad.
En momentos donde en todo el continente se escuchan discursos que remiten a resonancias emancipatorias, mientras se construyen perspectivas neodesarrollistas bajo el marco de gobiernos post-neoliberales con reminiscencias populares, es interesante encontrar voces que no acatan la norma general de aceptar sin chistar lo instituido, y encuentran un lugar para hacer planteos críticos y necesarios.
Legendaria a esta altura tanto por sus diversas producciones en el campo de la investigación social como en el plano militante, la socióloga aymara Silvia Rivera Cusicanqui reflexiona desde la realidad de su tierra boliviana los profundos conflictos que aquejan, aún hoy, a la(s) sociedad(es) boliviana(s). Y es en este sentido que este breve libro recoge algunos rastreos, algunas indagaciones y pensamientos que excavan en la historia popular y olvidada de los sectores más enajenados del altiplano: "Si miramos la rebelión de Katari desde el presente, la memoria de las acciones se proyecta en el ciclo de levantamientos y bloqueos de caminos de los años 2000-2005. Lo que se ha vivido en los años recientes evoca una inversión del tiempo histórico, la insurgencia de un pasado y un futuro que puede culminar en catástrofe o en renovación".
A lo largo de tres capítulos breves pero concretos, Cusicanqui realiza un ejercicio de avance y retroceso, de rescate de memoria sin dejar de sumergirse en la actualidad, en el que los hechos buscan ser vistos en conjunto, aunque sin el sello de los sectores dominantes que siempre han sido jueces y constructores de la memoria aceptable. El prisma que busca construir Cusicanqui tiene como protagonistas, precisamente, a los sectores siempre olvidados y omitidos, que muestran cómo, ahora mismo, existen multitud de pensamientos subalternos que buscan romper con las lógicas coloniales imperantes: "El presente es escenario de pulsiones modernizadoras y a la vez arcaizantes, de estrategias preservadoras del status quo y de otras que significan la revuelta y renovación del mundo: el pachakuti. El mundo al revés del colonialismo, volverá sobre sus pies realizándose como historia sólo si se puede derrotar a aquellos que se empeñan en conservar el pasado, con todo su lastre de privilegios mal habidos".