Descolonizar a Jesucristo
Conscientes ahora como somos de la Historia, de sus errores y de nuestros errores en ella, se nos hace necesario y urgente la tarea de descolonizar a Jesucristo. ¿Empezando por dónde? Ante todo, devolviéndolo a su universo semita, recuperando su lengua aramea, y acabando así de liberarlo de las categorías religiosas -pecado, culpabilidad, redención, expiación, penitencia, sacrificio, mortificación, resignación, naturaleza caída... que llevan dos mil años flagelando su memoria y crucificando a los pueblos en su nombre. Nociones teológicas todas ellas inconcebibles en arameo y desde la sensibilidad de Jesús.
Ante un mínimo esfuerzo que hagamos por descolonizar a Jesucristo observaremos cómo, automáticamente, su palabra se vuelve hospitalaria respecto a comunidades y gentes ajenas a la cristiandad. Desde luego, el Jesús arameo vuelve a ser reconocible desde la tradición judía de la que emergió y sin la que sería completamente ininteligible, pero, también desde la tradición islámica que son herederos de su espiritualidad y sus prácticas rituales. El Jesús arameo se vuelve lugar de encuentro, asimismo, con la primitiva comunidad judeocristiana en tanto que Jesús se reconoce a sí mismo con claridad en su condición de profeta; y hasta se vuelve lugar de encuentro con los pueblos sin tradición escrita cuando se reviste de características chamánicas y taumatúrgicas... Aunque sólo fuera por eso, ya merecería la pena disponernos a oír su palabra en su lengua materna.