El optimismo cruel
«Lauren Berlant es una de las más importantes y originales críticas de la lógica de la cultura contemporánea. Aquí ella ofrece un punto de vista novedoso sobre procesos de la vida cotidiana que nos resultan familiares, a través de su sutil pero audaz lectura del optimismo cruel, esa dinámica psíquica y estructural que mantiene a las personas cerca de objetos, fantasías y mundos que en verdad las debilitan.» Sara Ahmed
Hacia fines de la década del noventa, y de manera en un principio silenciosa y casi marginal, la teoría cultural comenzó a verse atravesada por discusiones alrededor de la dimensión afectiva. Si bien la filosofía y las ciencias sociales ya se habían ocupado de la cuestión, en esos años y como una suerte de desprendimiento de debates que se produjeron en el marco de las teorías feministas y queer, el análisis cultural le puso una marca a un punto de vista propio: el giro afectivo. El propósito fundamental de esta trama conceptual y activista, que tiene a Sara Ahmed y Lauren Berlant entre sus principales exponentes, es dar cuenta tanto de la dimensión afectiva de la esfera pública, como de la dimensión política de la vida afectiva.
Este libro, publicado originalmente en 2011, sostiene que las fantasías de progreso constituyen un afecto particular: el optimismo cruel. Existe una relación de optimismo cruel cuando las aspiraciones a la buena vida son en realidad obstáculos para el desarrollo y el crecimiento. Berlant sostiene que el optimismo cruel ha sido el tono afectivo preponderante desde la década del ochenta, en paralelo a la consolidación del neoliberalismo y a la retracción de las promesas socialdemócratas de movilidad ascendente, seguridad laboral e igualdad social y política, a pesar de que el capitalismo tiene cada vez menos alternativas que ofrecer a los dramas de adaptación que surgen de la precariedad y la crisis. A través del análisis de un repertorio de dispositivos estéticos como novelas y películas, Berlant enfatiza los aspectos problemáticos de ciertos sentimientos habitualmente considerados optimistas o positivos, y de este modo impulsa una indagación crítica fundamental a la hora de pensar las emociones en la sociedad contemporánea.