Vacaciones permanentes
Los personajes de estos cuentos de poderoso impacto emocional transitan por un mundo de verdades inconfesadas y deseos no correspondidos. La confusión, el vértigo y la ternura se mezclan en las experiencias de Analía y sus amigos a lo largo de un periodo turbulento que se inaugura en medio de la euforia adolescente para acabar, inevitablemente, en el desencanto. En “1997”, en una Santa Cruz que sueña con la modernidad y el progreso, Analía se enfrenta al resquebrajado mundo de sus padres, miembros de una clase privilegiada en decadencia. “Banbury Road” muestra a Analía dando sus primeros pasos en el mundo adulto en una Inglaterra gris y fría, luchando con la contradicción que la ha marcado desde siempre: las ganas de partir, la tentación de quedarse. La colegiala rusa de “Tallin” narra cómo es seducida por la promesa de una vida deslumbrante al lado de un contrabandista que le dobla en edad.
Vacaciones permanentes capta sin concesiones el fin de una época y una forma de vida. En estos inolvidables relatos de aprendizaje, Liliana Colanzi se revela como una narradora tan audaz como implacable a la hora de dar cuerpo a los impulsos que se agitan en lo más profundo de sus personajes.
“Cada vez es más complicado develar el enigma de qué es un buen cuento y cómo debe ser. Una de las posibles y más sabias y acertadas respuestas a semejante misterio son los cuentos de Liliana Colanzi. Cuentos desbordando de luces y de sombras y, sobre todo, de perturbadores claroscuros. Cuentos que son, también, como visitas a un planeta lejano y nuevo pero a la vez conocido y próximo. Y es que las idas y vueltas y las alzas y bajas de la juventud siempre serán cuentos que hay que vivir bien para contarlos aún mejor, con una rara astucia y envidiable madurez, trabajando duro, aunque el libro se llame Vacaciones permanentes”, Rodrigo Fresán