Lo que aprendí de las bestias
Distintas cosas dispuestas sobre una mesa dibujan un mapa o constelación. Es un juego que consiste en volver a los objetos sujetos: el teléfono inalámbrico es el padre, un libro es la madre, la hermana es un tubo de pasta de dientes, los anteojos son la abuela paterna. Como en un tablero de posiciones, la protagonista de esta novela, aunque escéptica, se deja guiar en este juego que la ha propuesto su amiga y productora. Tiene treinta años, sabe que va a separarse de su novia, filma su tercera película. Desde allí narra, encadena y se desvía, sigue los hilos de su historia tras el asesinato de sus padres, una biografía que desafía los designios de la orfandad, donde el desgarro se vuelve móvil del erotismo, y lo monstruoso el germen de la fragi- lidad y la belleza. Lo que aprendí de las bestias, de la cineasta Albertina Carri, es una novela colmada de encuadres, de imágenes que tensan la memoria, el tiempo personal e histórico, que desplazan la tragedia hacia zonas luminosas. Una pieza que ilumina la obra de una artista que ha desafiado formatos, lenguajes y género.