capital, El
Pocos libros han sido leídos y discutidos con tanta pasión como El capital. Desde que su primer tomo vio la luz, en 1967, fue censurado y elogiado prácticamente en todo el mundo y sigue siendo causa de debate hasta nuestros días. La polémica radica, debe decirse, en el contexto social y las interpretaciones históricas de que ha sido objeto, pues desde hace tiempo figura como un clásico de la materia y como tema fundamental para la investigación económica.
La obra se considera como núcleo de la teoría del nacimiento y de la circulación del capital, así como de su función determinante en el proceso entero de los bienes económicos. Wenceslao Roces rehízo su traducción para esta nueva edición, que, además, incluye prólogos de Ignacio Perrotini y Ricardo Campa.
Esta nueva edición preparada por Wenceslao Roces fue hecha poco antes de morir. Aquí, el especialista español en marxismo y traductor de otros grandes pensadores precisa conceptos y perfecciona la prosa para facilitar la comprensión de este texto esencial. En esta edición se incluyen varias cartas que Marx intercambió con algunos de sus contemporáneos, así como artículos en los que Engels hace referencia a las teorías expuestas en el libro; además se enriquece con un estudio introductorio que analiza la importancia de la obra cumbre de Marx en el ámbito académico y social de habla hispana, y con un prólogo que narra la historia de las ediciones de El capital realizadas por el FCE.
Este libro se considera en el núcleo mismo de las teorías del nacimiento y la circulación del capital. En estas páginas Marx disecciona el “proceso de producción del capital” a partir de un minucioso análisis de las mercancías y su valor, del intercambio, del dinero, de los modos de producción capitalista, del trabajo y de la acumulación del capital. Conceptos como plusvalía, introducidos en esta obra, han ayudado desde entonces a comprender cómo las sociedades modernas organizan sus economías.
“Cuando el mundo vuelva a la tradición del humanismo y supere el deterioro […] de la cultura occidental, tanto en su forma soviética como en la capitalista, se comprenderá efectivamente que Marx no fue ni un fanático ni un oportunista, sino que representó el florecimiento del humanismo occidental”. Erich Fromm, Marx y su concepto del hombre