La virgen cabeza

La Virgen Cabeza es la primera novela de la escritora argentina Gabriela Cabezón Cámara, publicada en 2009 por la editorial Eterna Cadencia.
Space invaders

«Recordar es un verbo, un acto presente. Cuando recordamos volvemos a vivir en parte lo que ocurrió y a la vez lo confrontamos con el momento presente en el que estamos. Resignificamos. Pasado y presente se funden en ese ejercicio de sueño y recuerdo. Las voces de Space Invaders están condenadas a un sueño, no logran despertar pese a que ya son adultas. El sueño se repite y se repite. Hay algo ahí que no se resuelve. Que pese al tiempo no las deja tranquilas. En Chile pasa un poco eso. Las huellas de ese sueño están en nuestros cuerpos y no podemos dejarlo atrás.
Yo maté a un perro en Rumanía

En Noruega, una mujer latinoamericana que enseña el idioma local a inmigrantes se encuentra sumida en una fuerte depresión. Adicta a los calmantes y al alcohol, ha sido dada de baja laboral y encuentra pocos motivos para salir de su departamento. Su estado preocupa mucho a su amigo Mihail, un exalumno de origen rumano que ha intentado mantenerla a flote. Sin embargo, Mihail debe viajar pronto a Rumanía y teme que lo peor ocurra en su ausencia, por lo que decide llevar consigo a su antigua profesora.
Marrón

Rocío Quillahuaman nació en Lima, y diez años después se trasladó con su familia a España. Su primera experiencia al llegar fue la de que destripasen su peluche de Winnie de Pooh en el aeropuerto, en busca de droga. A partir de ahí tan solo le quedó acostumbrarse a vivir en un mundo profundamente racista y misógino, que no perdía una sola oportunidad de recordarle continuamente que, allá donde estuviese, estaba fuera de lugar.
Pelusa Baby

Con un notable despliegue de talento, humor y referencias propias de toda una generación, Constanza Gutiérrez retrata un mundo de inconformidades profundas en estos relatos que son también sátiras agudas, perspicaces e hilarantes, sobre el mundo contemporáneo.
Los cuentos que reúne este libro dan cuenta de un universo en donde el juego de espejos y reflejos del mundo virtual tiene atrapados e insatisfechos a sus protagonistas, que deambulan con el mismo conocimiento y entusiasmo entre el K-Pop, Shakira, Juan Gabriel o entre Manuel Rojas, Gógol y Harry Potter.
Ceniza en la boca

Diego salta desde un quinto piso y desde entonces esa imagen no deja de taladrarle la cabeza a su hermana: seis segundos y un cuerpo estrellándose contra el suelo. Es ella quien echa la vista atrás y cuenta la historia de los dos hermanos. Su llegada al mundo en un hogar en el que la vida nunca fue justa. Los años que pasaron en México con sus abuelos, mientras su madre se buscaba la vida en España, y era ella, aún niña, quien se hacía cargo de Diego. La etapa en Madrid, una ciudad que no entendían y que tampoco los entendía a ellos.
Páradais

Páradais es la historia de la obsesión de un adolescente de clase alta einadaptado por una mujer casada.
Quiltras

«Mi única arma de defensa es arrugar la frente, caminar rápido y esperar que no pase nada malo de aquí a mi casa».
Este libro lo protagonizan mujeres. Pobres. Adolescentes. Mestizas. Vagabundas. En Chile un quiltro es un perro callejero. Ellas lo son. Viven allí donde nadie quiere mirar, donde nadie quiere vivir. Están despertando a un mundo que les exige dejar de ser niñas. Sienten ansia, pero sólo tienen garantizada la decepción.
Nuestra parte de noche

La herencia, el deseo de pervivir, la paternidad, el horror, lo íntimo y lo político. Una novela libre y osada, hechizante y genial.
Un padre y un hijo atraviesan Argentina por carretera, desde Buenos Aires hacia las cataratas de Iguazú, en la frontera norte con Brasil. Son los años de la junta militar, hay controles de soldados armados y tensión en el ambiente. El hijo se llama Gaspar y el padre trata de protegerlo del destino que le ha sido asignado. La madre murió en circunstancias poco claras, en un accidente que acaso no lo fue.
Cometierra

Dice Cometierra: «Me acosté en el suelo, sin abrir los ojos. Había aprendido que de esa oscuridad nacían formas. Traté de verlas y de no pensar en nada más, ni siquiera en el dolor que me llegaba desde la panza. Nada, salvo un brillo que miré con toda atención hasta que se transformó en dos ojos negros. Y de a poco, como si la hubiera fabricado la noche, vi la cara de María, los hombros, el pelo que nacía de la oscuridad más profunda que había visto en mi vida». Cuando era chica, Cometierra tragó tierra y supo en una visión que su papá había matado a golpes a su mamá.