No, mamá, no

«Lo que más me sorprendió cuando me dieron a mi segundo hijo y lo cogí en brazos fue la total ausencia de sentimientos. Ni amor. Ni cólera. Nada»: Jodie y David, su marido, esperaban tener una niña. Ya tienen un hijo, de casi dos años. La desilusión es fuerte, va más allá de una simple depresión posparto: el marido −parco, ajeno y conservador− y las autoridades médicas recomiendan una visita al psiquiatra. Una inesperada llamada de una antigua amiga a la que hace años que no ve pone a Jodie, sin embargo, en el camino de disfrutar de sus dos hijos… por un medio bastante excepcional.