La matriz de la raza
A partir del siglo XVI, el discurso médico comenzó a concebir el cuerpo de la mujer como un cuerpo enfermo y lo afligió con mil males: "asfixia de la matriz", "histeria", "furia uterina", etc. Lo sano y lo malsano han justificado desde entonces la desigualdad de género y han funcionado como categorías de poder. En América, los primeros naturalistas modelaron la diferencia sexual para desarrollar el concepto de "raza": las indias e indios caribeños o los esclavos deportados serían, en este esquema poblaciones con un temperamento patógeno, afeminado y débil.
Siguiendo la estela de Frantz Fanon, Angela Davis o Silvia Federici y de los mejores genealogistas, Elsa Dorlin desentraña, a través de documentación original, cómo operan estas articulaciones entre género, sexualidad y raza, y su papel central en la formación de las naciones europeas. Unas naciones que se erigirán, precisamente, desde un modelo de "madre" moderno, blanco y sano, opuesto a las figuras “degeneradas” de la feminidad como la bruja, la cantinera o prostituta, la histérica, la ninfómana y la esclava africana.